LICENCIATURA EN NIVEL INICIAL Y PRIMERAS INFANCIAS
Seminario: Lengua y Alfabetización
Profesoras. Ángela Baldengo / Viviana Edsberg
Alumna: Andreu Griselda Mariana
Cohorte: 2012
Camino Lector
Recorrer el camino de manera retrospectiva de mis experiencias se me presenta dificultoso y hasta opuesto a las recomendaciones expresas de mi psicóloga (jajaja) ya que por mi insana condición de aferrarme a las situaciones dolorosas que me lastimaron, evocándolas repetitivamente en el presente, condiciona mis relaciones con las personas que se acercan y mi manera de ver el mundo.
Pero hoy, en este nublado de jueves, es momento de elaborar ese plano mental sobre aquellas experiencias de lectura, escritura, de relatos, de canciones, juegos, emociones y sensaciones que me formaron, que sirvieron de ladrillos, de columnas, de soportes estructurales, de andamios para alcanzar esta etapa de construcción. Como era de esperarse los vacíos son muchos, ventanas y pasillos, que alcanzan aquellos y todo comienza, se desarma y vuelve a formarse cada compartimento de episodios.
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foto: a.b. |
Otro mojón en mis recuerdos, es la visita de mi vecina “Nelly” unos años más grande que mi hermana (Maricel) y yo. Venía a casa por las tardes, buscábamos un lugarcito bajo la mesa o arriba del paraíso, como una suerte de jungla peligrosa, y ahí podía contar las historias de miedo más escalofriantes del mundo, si escalofriantes… aunque las chicharras aturdían y solo traíamos puestos unos percudidos calzones….jajaja.
También las visitas a “Flavia” una prima mayor, muy consentida por sus papás, tenía todos los colores de “Ponis”, uno de cada color, “uno más lindo que el otro” pero sólo los podíamos mirar…tenía una enorme repisa blanca para alejarlos de las visitas. Lo permitido era una rotosa caja llena de “Antojitos” recortados y decolorados pero “Maricel” insistía… -Dale!!! Léeme!!! Léemele!!!. Ponía esa vocecita singular que me declaraba culpable de todos sus males. Pero en casa ajena jamás debía dejarla hacer Show, era mi deber como hermana mayor y lo único que nos repetía mi vieja durante las cinco cuadras de distancia.
Ya en la escuela los recuerdos se presentan como lluvia, para comenzar, el momento mágico de subir las escaleras de la primaria para llegar a la biblioteca ordenadísima, casi intocable, no tenía precio. Tenía que portarme bien, para ir a buscar el libro para “Mi Seño Lili”. En primaria participamos de la “Feria del Libro” y mi historia fue seleccionada junto a dos de mis compañeros, a los cuales idolatraba por sus maravillosas historias, y por el apoyo y acompañamiento que recibían de sus padres.
No tengo registros de que me pidieran que haga mis tareas o me ponga a estudiar. Eso era mi responsabilidad, lo hacía con gusto.
Otro de mis recuerdos lejanos es la insistencia de escribirle mis insistentes declaraciones de amor a “Andrés” en cada recreo. Habré estado en quinto grado y él en séptimo. Yo se las entregaba clandestinamente en los cruces de pasillos y él cómplice fiel las guardaba en el bolsillo sonriendo. Eso fue amor del puro. La vergüenza que pase hace un tiempo atrás cuando su mamá (una vecina actual) me contó que las guardó por mucho tiempo. Que incomoda me sentí porque no recordaba que cosas le escribía.
Las tarjetas de navidad que mi vieja colgaba del arbolito pesadas de brillantina y plasticola.
En secundario la obligatoria lectura de “EL Túnel y El Coronel no tiene quien le escriba” no recuerdo bien la trama, el conflicto, los principales y demás. Solo recuerdo que los pagué vendiendo sandias jajaja.
El profesorado fue una carrera, todo tenía que ser rápido, las lecturas, las poesías, los cuentos. Todo para los demás.
Hace algunos años empecé a leer el libro de Dios, también a Pilar Sordo y Víctor Manuel Fernández en busca de refrescar mi alma, esa pequeña parte extraña difícil de cuidar, alimentar, de sanar e higienizar. A veces nos preocupamos tanto por el color de nuestro pelo, el olor de nuestros cuerpos, pero jamás nos preocupamos por qué color tienen nuestras almas.
Y aquí estoy esta es una breve historia de mi construcción en lecturas del mundo, de este, del mío, único e irrepetible. Con treinta y dos años de lucha, sintiendo presiones y prisiones que se hidratan con una única pasión, la de vivir y brindar buenas lecturas a aquellas personas con las que comparto mi vida.
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