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foto:a.b |
Taller de Alfabetización:
Alumna: Casanova, Silvana.
Consigna: En 2 páginas escribir una reflexión sobre el propio proceso de escritura.
Al hacer un análisis sobre mi propio proceso de escritura, debo reconocer que no es tan simple escribir lo que uno piensa. Me ocurre que al finalizar una lectura, suelo tener la idea central, pero a la hora de volcar por escrito, me cuesta marcar tal representación, donde a veces se me pierde por completa dicha reflexión.
Comienzo mis escritos redactando las ideas principales, tratando de responder a la consigna dada, luego realizo una lectura, y de a poco comienzo a adaptar las palabras y oraciones. Este proceso de escribir, borrar, y reescribir, lleva su tiempo, no me resulta nada fácil hasta que llego a la presentación final.
Resolver qué se quiere escribir, cómo lo voy a escribir, forma parte del proceso de escritura y mi dificultad es, que a la hora de comenzar mis propios escritos las oraciones son muy repetitivas. Por tal motivo, siento la necesidad si o si, de hacer la revisión del texto de manera oral varias veces, donde puedo ver y escuchar que ciertas oraciones, no se relacionan o no se entiende con gran facilidad. Durante este proceso voy corrigiendo acentos, ortografía, puntuación, errores el tiempo de los verbos, etc.
A medida que uno sigue formándose en el ámbito educativo u otro, con la práctica diaria este proceso de escritura va mejorando y adquiriendo nuevos esquemas de aprendizajes. Ahora bien, escribir textos argumentativos en la universidad implica que el estudiante pase de la mera opinión a explicitar una postura soportada por hechos, razones, pruebas que avalen o soporten una idea. Es así, como también he estado haciendo mal uso de las citas en los escritos, y lo pude recién corregir en este trabajo, ya que obtuve material de las reglas de escritura para mi trabajo final (tesis).
Considero que es necesario que el docente realice una reflexión, dentro de este proceso de revisión pedagógica, lo cual como docentes nos permita corregir ciertas debilidades y evitar así trasladar posteriormente nuestros errores a los alumnos.
Al respecto, coincido con la autora Delia Lerner (1995) donde señala: “(…) que el futuro de nuestra educación está en manos de aquel que tiene como proyecto formarse como maestro. Para contribuir a su formación deberá leer y escribir, intercambiar ideas con otros lectores, hacer uso de la escritura como medio para aprender y organizar lo que aprende. Deberá, además, valorar el significado de la preparación permanente como vía para consolidar su aprendizaje”.
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